ESCUELA GUILLERMO GRIET

Ayer, en la escuela Griet (Jujuy al 2000) daba miedo llegar a 6º C. En la oscuridad de las cortinas corridas, por las paredes se deslizaban fantasmitas blancos y feas brujas de papel. La puerta y el pizarrón, cubiertos de densas telarañas pobladas de arácnidos espeluznantes... Los bancos, relegados, habían dejado libre un gran espacio en el centro del grado. Una mullida alfombra amarilla convocaba a los chicos a leer en la semipenumbra. "Trabajaron con las TICS -explica Claudia, López, la maestra-. Buscaron en Internet los cuentos de terror que más les gustaron y los comparten con los compañeros de a dos. Luego los califican y los dejan en la mesa. Los mejores cuentos se leen en voz alta".

"En todas las aulas hoy se comparte la lectura. En algunas participan los padres, en otras se hacen dramatizaciones. Leen cuentos y leyendas", explica Nieves Lencina, la directora, e informa que los dos turnos (1.630 alumnos) dedican el día a la Maratón.

"Es mi vestido de comunión", confiesa, orgullosa sobre sus zapatos de taco alto plateados, Anabela, a punto de encarnar a la Bella en otra aula. "Es muy buena la idea. Así los chicos se entusiaman más y se enganchan con las historias", comenta Estela, su mamá. "Yo soy la Bestia", se presenta Walter, a las carcajadas.

En un aula de 2º grado es la hora de Religión. "Les leo un cuentito sobre el amor. Luego comentaremos, a modo de exégesis. Una vez que comprendan tienen tarea para la casa: dibujar y escribir de lo que se acuerden con ayuda de mamá y papá", explica Mariana Estesana.

En primer grado, "Hansel y Gretel vivían con sus padres en una casa en el bosque..." Eugenia Velárdez, mamá de Luciana, lee ante un auditorio sentado en la alfombra. La señoMarita Bravo informa que antes clasificaron los libros según géneros, ahora leen y luego dramatizarán historias.

"En la casa voy leyendo varios, -Eugenia muestra el libro con coloridas ilustraciones-. A mi hija le encanta. A veces una está muy ocupada... pero yo me doy un tiempo y le leo un ratito".

SALAS Y VALDEZ DE TAFI VIEJO

Dice que a través de la lectura le perdió el miedo a las historias de terror. Por eso, cuando le dijeron que debía participar de la Maratón de Lectura Rodrigo Rocha no lo dudó un instante: se puso unos colmillos de hule, se calzó el traje de conde Drácula y desfiló entre sus compañeros como si se hubiera escapado de las páginas del libro de Bram Stoker. "Leer está bueno porque nos ayuda a hablar mejor, a pensar y a divertirnos. A mí, por ejemplo, me gustan mucho las aventuras de Sandokán", agrega.

Rodrigo, junto a otros compañeros de la escuela Salas y Valdez (ubicada en el barrio Próspero Mena, de Tafí Viejo), participaron de la inauguración de la sala de lectura. El acto, enmarcado dentro del Programa Libro Abierto, se vivió como una fiesta: hubo disfraces, bailes y hasta brindis. "En este proyecto participaron no sólo los chicos, sino también sus padres. Ellos, incluso, hicieron los almohadones, las alfombras y las cortinas para adornar esta sala", comenta la directora Silvia Chede. De esta forma, el rincón será usado sobre todo para que los chicos se relajen mientras leen.

Una de las docentes vinculadas con el proyecto, Lucrecia Velárdez, señaló que se viene trabajando a pulmón desde hace mucho tiempo. "La Fundación Leer y BGH nos donaron 400 libros. Parte de ellos serán repartidos entre los chicos para que los lleven a sus casas. El resto quedará aquí para que los estudiantes puedan usarlos", declaró.

El objetivo fundamental es que el alumno descubra la lectura, pero no de una manera obligada. "Queremos que los chicos lean por placer", dice. Durante el acto, los alumnos realizaron un desfile para representar los distintos géneros literarios. Y lo hicieron con trajes acordes a cada género. De esta forma, en el patio de la escuela se mezclaron las princesas, los piratas, los vampiros y los animales encantados.

"Para nosotros es una gratificación enorme colaborar con las docentes. Nos interesa que nuestros hijos crezcan y aprendan. Y la lectura es una herramienta muy valiosa", resumió Margarita Alderete.

colegio Kinder

Es la mañana en el bosque. Un árbol-títere llora mientras se acerca un leñador. "¿Por qué llorás?", pregunta una vocecita preocupada entre los alumnos de jardín en el Kinder (Echeverría 256). "Elegimos un texto relacionado con el cuidado del medioambiente y repartimos los personajes, ensayamos y aportamos los materiales", explica luego Gabriela, una de las cinco mamás titiriteras.

"La actividad se enmarca en el proyecto ?Leer es contagioso? y en la Maratón. Intervienen padres y una abuela, que cuentan cuentos, hacen títeres, teatro, y chicos del secundario bajan a narrar", apunta Graciela Cequeira, directora de nivel inicial.

En todo el colegio hay olor a libros. En las galerías de la planta alta se ve a los chicos leyendo en el suelo, pero la mayoría lee y comparte el libro que trajo de la casa en el patio cubierto. Allí cada grado ha formado una ronda, sentados en el suelo, en torno de pilas de libros. En las paredes, coloridos paneles acumulan flores de papel: cada chico que lee un libro o un capítulo pega una. "En cada grado tenemos un listado de obras de lectura. Además estos eventos incentivan la lectura, la herramienta más útil del ser humano", expresa Graciela Tereschuk, directora de la primaria.

"Hoy compartimos los libros con los compañeros de todos los grados", dice orgulloso Fabricio, entre los más chicos, mientras Ignacio se ríe con una historieta de Gaturro. Sofía se entrega a una fábula sobre la paloma y la hormiga. "Pero a mí me gusta el suspenso", aclara. "Yo lo abro en cualquier hoja, y si me gusta cómo está escrito recién lo leo desde el principio", confiesa el método Agustina, de 6º. Guillermina y Paula sostienen un librito entre las dos. "?Chicas audaces" enseña a hacer muchas cosas. Estamos en el capítulo donde enseñan a leer las líneas de las manos", dicen sin poder sacar los ojos de la página. En el patio del Kinder, por unas horas, se encontraron todos los chicos. Y los Grimm, Wilde y Conan Doyle con María Elena Walsh, Borneman, Wolf, Mariño y Roldán.

escuela normal

Cuando la lectura se comparte, el placer es doble. Que lo digan si no los alumnos de la Escuela Normal Juan Bautista Alberdi, que ayer compartieron una jornada de lectura junto a sus padres.

La experiencia, que se realizó sólo en algunos grados -otros compartieron la maratón de lectura con alumnos de otros colegios- fue enriquecedora, tanto para los chicos como para los padres. "Este taller de lectura se viene haciendo desde hace tiempo. La idea es que los chicos socialicen la lectura con los padres. Les damos la posibilidad de que cada uno elija los textos que quiere leer, aunque la condición es que tengan diálogos. Luego, esos textos son leídos en clase por los alumnos en compañía de sus padres y cada uno asume un rol dentro de la historia", cuenta Fernanda Jakobsen, maestra pasante.

La jornada, que se vivió a pleno, involucró a todos los grados, aunque con diferentes modalidades. "La idea es que no sólo lean la historia sino que cada padre con su hijo inventen anécdotas para enriquecer la historia que pueden o no ser leídas luego en clase. Muchos, incluso, acompañan sus lecturas con música o instrumentos que ellos mismos incorporan al relato. De esta manera, el enriquecimiento es múltiple", comenta la docente.

Lo bueno de esta experiencia es que todo el curso participa de la lectura. "Hoy, por ejemplo, los padres les entregaron a los chicos de la clase una serie de elementos para que ellos participen dentro de la historia que van a leer. Todo según el criterio de cada uno de los chicos y de sus padres", agrega Jakobsen.

Un claro ejemplo fue Martín, quien leyó junto a su madre, Verónica, un cuento de Ema Wolf. Luego repartieron obsequios entre los alumnos y las maestras. "Esta es una forma de compartir y de estar en contacto con mi hijo", relata Verónica, quien asegura que en su casa todos leen, ya que hay bastante libros.

En el aula, mientras tanto, se prepara otra alumna, esta vez con su padre. Abren los libros y ambos comienzan la aventura.